Por todos es sabido que el desarrollo de aplicaciones para el iPhone no está siendo un camino de rosas para todo el mundo por culpa de la cerrada política de admisión de aplicaciones de Apple, los restrictivos acuerdos de confidencialidad que entorpecían hasta hace poco la difusión las comunidades de desarrolladores, o las carencias de un API con un buen número de funcionalidades capadas o no documentadas.
Sin embargo, rara vez hemos podido acceder a la historia completa por la que pasa un desarrollador cualquiera tratando de alcanzar la meta, es decir, ver publicada su aplicación en la App Store, y es por eso que me he lanzado a traducir (no de un modo literal, pero sí respetando lo fundamental) la odisea de Mikeash.
Antes de que sigáis leyendo, alertaros de que mi intención no es asustar a posibles desarrolladores del iPhone y el iPod touch, sino recalcar que Apple tiene mucho camino aún por delante, con muchas cosas que mejorar y muchas críticas que asumir. Allá vamos…
1. Inscribirse en el iPhone Dev Center y descargar el SDK. Por algún misterioso motivo, no basta con tener una cuenta del Apple Developer Connection, hay que volver a inscribirse en este otro y leer los clásicos textos legales. Haciendo esto podemos empezar a escribir nuestras aplicaciones, compilarlas y probarlas en el simulador (que no emulador) pero ni por asomo instalarlas en nuestro iPhone.
2. Inscribirse en el programa para desarrolladores. Después de rellenar más formularios y leer más porquería legal, enviamos la solicitud… que no obtiene respuesta hasta el siguiente día laboral. Como sabréis, tiene un coste de 99 dólares, y con él obtenemos el derecho a ejecutar nuestras aplicaciones en nuestro propio iPhone.
3. Certificados. Por defecto, un iPhone tan solo puede ejecutar aplicaciones firmadas por Apple y como no es plan de estar enviándoselas cada vez que queramos probar algo, es necesario crear un perfil con el identificador de nuestro teléfono (accesible mediante las Xcode) introduciéndolo en otro formulario de la web de Apple. Además, también necesitamos un certificado con el que firmar nuestras aplicaciones y, por supuesto, no vale uno cualquiera, tiene que hacerlo Apple. Arrancamos Acceso a Llaveros y en Asistente para Certificados generaremos uno nuevo que tendremos que introducir manualmente (copiando y pegando la sopa de letras resultante) en OTRO formulario de la página.
4. Peleando con Xcode. Si todo ha ido bien ya deberíais de poder experimentar con vuestras propias aplicaciones en el propio iPhone… si todo ha ido bien. Si no, os deseo toneladas de suerte para dar rápidamente con alguien con el mismo bizarro problema en el buscador y seguir sus pasos para resolverlo.
5. ¡Desarrollar! Hasta no hace mucho, se prohibía a los desarrolladores hablar sobre el SDK, lo que dificultaba enormemente el desarrollo en si. Trabajar con cualquier plataforma nueva conlleva dificultades que habitualmente se resuelven en foros y grupos para desarrolladores. Por suerte, Apple ha aflojado el lazo y ahora no tendrás que andar reuniéndote de madrugada en algún callejón oscuro para intercambiar trozos de código.
6. ¡Distribuir! Bueno, no tan rápido. Primero necesitas OTRO certificado especial de distribución que has de solicitar siguiendo el mismo proceso de antes. Acceso a llaveros, solicitar, aprobar, descargar e instalar. Pero no, la cosa no puede ser “tan fácil”. Como en el punto 3, también necesitamos hacer funcionar un nuevo perfil de distribución en Xcode; proceso sobre el que Apple facilita páginas y páginas de información con toda clase de capturas en las que se detalla el modo de reconfigurar el proyecto de Xcode para que utilice este certificado mágico de distribución. Síguelo todo al pie de la letra o lo que antes funcionaba ahora dejará de hacerlo.
7. Enviamos la aplicación a Apple rellenando un nuevo formulario web con información sobre esta (nombre, descripción, versión…), su icono y algunas capturas de pantalla. Por alguna razón, Apple no acepta archivos PNG para el icono o las capturas; no importa que la herramienta de captura de Mac OS X utilice ese formato por defecto… tenemos que enviarla en TIFF o JPEG. Si te olvidas de este detalle es probable que vayas a dar con alguna críptica pantalla de error y que cuando trates de volver atrás descubras que la sesión ha caducado y toda la información de los formularios se ha ido al cuerno. Vuelta a empezar.
8. Esperar y esperar. Una vez enviada, la aplicación pasa a la cola de revisión, sin que sepamos en ningún momento lo que se está haciendo, si se está haciendo, o cuanto queda para que termine de hacerse. Si tenemos la mala suerte de que nuestra aplicación no sea aceptada por el motivo que sea, por ejemplo, que a ellos no les funciona algo que a ti si, no obtienes demasiada ayuda al respecto… tan solo puedes hacer los cambios oportunos y volverla a enviar (este proceso si es muy sencillo, ya que se hace a través de un enlace con el que enviamos nuevas versiones de una misma aplicación). Si sigue habiendo problemas, tendrás que esperar una semana para saberlo y otra para ver si la solución que has dado resuelve satisfactoriamente el problema. Está muy bien que Apple se preocupe de que no se distribuyan aplicaciones con errores “evidentes” pero estaría mejor si el proceso no fuese tan desesperantemente lento.
9. ¡¡La aplicación es aceptada!! Con suerte, desarrollar la aplicación te habrá llevado menos tiempo que lograr que aparezca publicada y ahora… a esperar hacerte de oro con los 10 millones de clientes potenciales a los que acabas de tener acceso.
Como veis, comparado con la simplicidad de desarrollar y distribuir aplicaciones para Mac, el programa de desarrollo del iPhone es increíblemente extraño y dificultoso... mucho más de lo que cabria esperar. ¿Escuchará la compañía de la manzana las voces de sus desarrolladores? Eso espero.
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